CRONOLOGIA DE LA NUEVA VARIANTE DE LA ENFERMEDAD DE CREUTZFELDT-JAKOB

Joaquín Escudero Torrella

Sección de Neurología. Hospital General de Castellón
e-mail: jescuderot@meditex.es

 

La historia de la reciente aparición de nuevas variantes de enfermedades priónicas (EP) se remonta aproximadamente a finales del año 1994 y principios del 1995 cuando ganaderos y veterinarios del Reino Unido vinieron observando de forma infrecuente algunos casos extraños de una enfermedad neurológica en el ganado vacuno, hasta entonces desconocida, y cuya causa no se reconoció de manera inmediata. No fue hasta el año siguiente, en el que se analizó microscópicamente el cerebro de un herbívoro fallecido en un zoológico británico (en concreto un nyala), detectándose una espongiosis cerebral, y sospechándose la posibilidad de una enfermedad por priones como causa de la misma. A posteriori, se revisaron otros casos de vacas con signos semejantes, de forma que a finales de ese año se confirmaba la sospecha previa de la aparición de una nueva encefalopatía espongiforme o enfermedad por priones (EP) no conocida hasta entonces en el ganado vacuno y en ciertos animales exóticos (6).

En Junio de 1987 los investigadores pensaban que estos casos no eran casos aislados, sino que se podía estar delante de una verdadera epidemia. Fue en este momento cuando se inició un estudio epidemiológico, que acabó en Junio de 1988 con la notificación de forma oficial por el Gobierno Británico de la denominada Encefalopatía Espongiforme Bovina ("Bovine Spongiform Encephalopathy"; BSE). El pico de la epidemia se localizó a finales de 1992 con cifras cercanas a las 170.000 cabezas de ganado afectadas, para después ir declinando progresivamente tras la toma de medidas para su control.

El estudio epidemiológico encontró que el único elemento en común que tenían estos animales enfermos era el haber consumido harinas o piensos de engorde. Estos eran fabricados con despojos y restos de otros animales incluidos corderos y vacas procedentes de mataderos y carnicerías. De los componentes de estas harinas el que mejor coincidía con la distribución de la enfermedad eran los derivados proteicos de carne y hueso (meat and bone meal), más que el derivado graso. La hipótesis que se desarrolló como causa de la BSE fue que durante 1981-2 se produjo una exposición brusca de una cabaña vacuna susceptible en suficientes cantidades a un agente scrapie que contaminaba las harinas de engorde, desarrollando la enfermedad tras una incubación media de 4-5 a (12).

La explicación más probable de la contaminación de estas harinas, se basó de forma primordial en dos hechos. El primero fue que durante la década de los 70-80 se produjo un cambio fundamental en los procesos de fabricación de estas harinas, que detallaremos más adelante. Y en segundo lugar la alta prevalencia del scrapie en la cabaña de los corderos en el Reino Unido (9).

Desde los años 40 se venían fabricando estas harinas en el Reino Unido y en otros países, como Estados Unidos. En el proceso de fabricación de las mismos, se sometía a la masa inicial de restos animales a una fase de extracción de las grasas mediante el uso de disolventes hidrocarbonados, como un paso previo para eliminar la fracción grasa. Posteriormente este material resultante bajo en grasas era sometido a otros procesos de cocción a variables temperaturas.

Al parecer la primera modificación que se produjo en los citados años, fue una reducción en el uso de estos disolventes, junto a un cambio en la temperatura de cocción que se aplicaba posteriormente. Por razones desconocidas los sistemas de procesamiento que utilizan la fase previa de disolución parecían más eficaces en la inactivación de posibles priones. Esto podría ser debido bien a una acción directa del material hidrocarbonado en el prion, a la posible mayor efectividad del uso del calor húmedo en la destrucción del prión, o a la presencia de ambos métodos aplicados en un producto con un bajo componente lipídico (< 1 %), que protegería menos a los posibles agentes presentes.

La segunda cuestión fundamental era la alta prevalencia del scrapie del cordero en este país. Esta se vio favorecida por la política de subvenciones de la Unión Europea, que al pagar a los ganaderos por cabeza de ganado, hizo que se mantuvieran con vida corderos hasta edades avanzadas, lo que facilitaba el desarrollo de esta enfermedad en los mismos, aumentando la posibilidad de que pudieran entrar en la cadena de producción de piensos. Es posible que debido a estos hechos, pudo aparecer una cepa de prión originaria de un cordero con scrapie que pudo sobrevivir y seleccionarse, contaminando los piensos, que posteriormente fueron contaminando a ciertos animales que lo consumieron, entre ellos las vacas. Estas vacas en fase presintomática entraron de nuevo en la cadena de producción de harinas, generando un círculo vicioso y un incremento exponencial de la epidemia (13).

Sin embargo, otros países como los Estados Unidos también cambiaron los métodos de producción de las harinas, y parece que la BSE no ha aparecido en el ganado vacuno de este país. La explicación a este hecho podría basarse en la menor prevalencia del scrapie, que condicionaría que la probabilidad de que un prión, que se hubiera seleccionado de forma natural por ese cambio, pudiera pasar al ganado vacuno fuera menor que en el Reino Unido. No obstante, recientes estudios experimentales analizando la influencia de diferentes composiciones de disolventes hidrocarbonados no han logrado demostrar con claridad la influencia de este paso en la supervivencia de priones, por lo que se piensa que podrían haber intervenido otros elementos desconocidos en la actualidad, como pequeñas diferencias en el proceso de fabricación, en los umbrales de infectividad de la cepa de prion, o incluso en la resistencia a la inactivación térmica de alguna cepa de prión. Incluso existen opiniones de otros expertos valorando la posibilidad de que no fuera el cordero el origen de esta epidemia, sino una cepa de prión proveniente de piensos importados de países africanos, fabricados con hervíboros autóctonos; o incluso pensando en que la BSE ya existía previamente en el Reino Unido, aunque con una prevalencia muy baja, y que pudiera haber entrado un animal contaminado en la cadena de fabricación de piensos (21).

En Julio de 1988 el Gobierno Británico publicó un decreto que prohibía la alimentación de rumiantes con estas harinas contaminadas (Specified Bovine Offal ban), para intentar frenar en lo posible la epidemia de BSE, que hizo extensivo a otros animales en el año 1990. Junto a ellas además publicó otras medidas para proteger a la población en general de los alimentos sospechosos, como fueron la eliminación de los animales enfermos, y sus derivados, junto a los tejidos considerados como potencialmente contaminados de animales sanos (cerebro, médula, retina y el ileón terminal). No obstante, desde 1984 existía un decreto en este país que regulaba la ausencia de ciertos derivados del ganado de forma parcial de la cadena alimenticia humana, incluidas parte de los referidos anteriormente. Aunque la ausencia de los mismos no era total, pues era legal utilizar cerebro como aditivo en ciertos alimentos como hamburguesas y salchichas (aunque en general se utilizaba el de animales jóvenes de menos de 30 meses). Una protección completa no se obtuvo hasta la aparición de un nuevo decreto (Bovine Offal Prohibition) en 1989-1990 que eliminó todos los derivados de vacuno sospechosos de poder ser potencialmente peligrosos de la alimentación humana. Dicha protección se extendió más tarde (1997) a la carne procesada mecánicamente cercana a la columna vertebral que podía contaminarse con tejido nervioso. Por ello es posible que derivados de vacas afectadas en fase presintomática pudieran haber entrado en la cadena de alimentación humana durante la década de los 80-90.

En la Unión Europea y también en otros países se produjo un cierre de fronteras a la carne británica y otros derivados. Aunque, es notorio que se produjeron violaciones de este embargo, con exportación ilegal de carne o piensos contaminados a algunos países. En su momento, se alzaron algunas voces en contra de las rigurosas medidas adoptadas por el Gobierno Británico (25): "Dado que no tenemos evidencias directas de infectividad en la carne de las vacas, yo creo que se debería reconsiderar el bando sobre la carne británica. J Gibbs. National Insititute of Health. USA 1996. Aunque por contra otros, criticaron la lentitud gubernamental en la adopción de medidas de protección más estrictas y de forma más rápida (10).

Desde el punto de vista experimental la enfermedad de la BSE se podía transmitir por vía oral e intracerebral a diferentes especies animales con mayor o menor facilidad, aunque era posible pasarla por vía oral de una vaca a otra con apenas la ingestión de pequeñas cantidades de cerebro. A pesar de que al menos en los últimos 200 años no se tenía constancia de que el scrapie hubiera afectado al hombre, se reinició en el Reino Unido un programa de vigilancia epidemiológica de la Enfemedad de Creutzfeldt-Jakob (ECJ) en Mayo de 1990, seguido en 1993 por un programa semejante en ciertos países de la Unión Europea, incluido España. El ánimo era investigar si se producían cambios en la incidencia de la ECJ o cambios en su patrón clínico habitual, que pudiera relacionarse con la epidemia animal de la BSE.

Sin embargo, debemos reconocer que estas enfermedades por priones en el humano, a pesar de tener una notable importancia científica biológica, estaban reducidas en la parcela clínica al ámbito de la neurología. La aparición de la BSE condicionó que la sociedad recibiera un aluvión de noticias inquietantes en los medios de comunicación, que generaron una importante alarma social. Esto conllevó modificaciones en la conducta alimenticia habitual de numerosos países de la Unión Europea, y generó importantes perdidas al sector de la carne de vacuno, no solo en el Reino Unido.

Tras este maremoto social y científico, la BSE pareció que se controlaba, y fue entonces cuando comenzó lo que podemos denominar la Fase de Incertidumbre para saber si la BSE podía transmitirse al humano (5). Son interesantes analizar algunas declaraciones realizadas por algunos responsables de los comités de expertos del Reino Unido en dicha época:

"El riesgo que para la salud publica puede suponer la BSE ha sido analizado por el Southwood Commitee y el Agriculture Select Commite. La conclusión ha sido que dicho riesgo es remoto, aunque este punto de vista ha cambiado en ocasiones de forma considerable y a menudo con escaso fundamento científico" RG Will (1991). "Aunque no existe un consenso acerca del riesgo potencial de la BSE para el humano, las evidencias científicas actuales sugieren que este riesgo es probable que sea remoto y que el programa de vigilancia epidemiológica no demostrará ningún cambio en la epidemiología de la ECJ en el futuro". RG Will (1993) National CJD Surveillance Unit, UK

"El temor a comer carne vaca carece de base, la posibilidad de que un ser humano quede contaminado sigue siendo remota. Lindsay Martinez. OMS (1996)"

El primer hecho que generó preocupación acerca de la posible transmisión al humano de la BSE fue el descubrimiento de la aparición de caso de ECJ en granjeros de vacuno, algunos trabajadores de granjas expuestas a la BSE, con una incidencia que parecía más elevada de lo habitual (32). No obstante, los estudios epidemiológicos llevados a cabo no confirmaron que la incidencia fuera mayor en este grupo ni en el Reino Unido frente a otros países. Como veremos a posteriori, no tenían relación con la BSE (20), correspondiendo a ECJ clásica, pero sirvieron en primera instancia para llamar la atención sobre esa posible relación con la BSE (13).

En Octubre de 1995, se produce un hecho crítico, cual es la publicación por Bateman y Britton y cols, como cartas al director de la revista Lancet de los dos primeros casos de lo que se denominará más tarde Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob nueva variante (ECJ nv) (4,7). Los dos pacientes tenían en común algunas características clínicas que les diferenciaba de la ECJ clásica, sobre todo la edad de presentación, las manifestaciones clínicas, la duración y la ausencia del EEG típico, como se describirá a posteriori en otra conferencia. Más tarde, en Abril de 1996 Will y cols publican ya una serie de 10 casos de esta ECJnv y apuntan a la posibilidad de una relación con la BSE como causa de los mismos (38). Ese mismo mes se publica un nuevo caso de esta enfermedad en Francia (15). Actualmente, con fecha de 31 de Julio de 1998 la Unidad de Vigilancia Epidemiológica del Reino Unido contabilizaba 27 casos, distribuidos en 3 en el año 1995, 10 en el 96 y 97 y 4 en el año en curso. No se encontraban factores de riesgo claros, y curiosamente uno de afectados correspondía a un vegetariano estricto (34).

Este hecho de nuevo condicionó una explosión social tras la difusión pública de la sospecha de la citada relación. Se presentaban en los medios de comunicación opiniones diversas sobre la mayor o menor fuerza de dicha relación y sobre los valores hipotéticos del futuro número de afectados por esta enfermedad entre la población, contribuyendo a generar un panorama de auténtica confusión ("Las vacas locas, los neurólogos en su sitio, J Polo, 1996") (28). Pero además, el Gobierno Británico recibió numerosas críticas por la forma en que había manejado todo este asunto y la poca claridad, transparencia y objetividad de las informaciones que habían aportado (33). Aparecieron editoriales muy críticas contra estas actuaciones de los organismos oficiales británicos (26).

Comentarios como los aparecidos en una editorial de la Revista Lancet: "More Brain Less Beef" (más cerebro menos ternera):: "El Gobierno Británico parecía escuchar tan solo lo que quería oír de lo que decían los científicos" "Su error fue considerar equivalente la ausencia de evidencias de riesgo con la evidencia de que el riesgo fuera nulo o bajo" "En cuanto el Secretario de Estado para la Sanidad realizó una declaración en la Cámara de los Comunes de UK, los medios de comunicación generales y especializados entraron en acción, llenando el vacío de información con una exactitud variable" "Este episodio ha puesto de manifiesto los problemas a que da lugar el secretismo y la manera inadecuada en que los ministros del Gobierno Británico recogen las recomendaciones de los expertos" "El desplegamiento de la historia del scrapie, la BSE y la ECJ subrayan la debilidad que implica separar la ciencia agrícola de la médica y permitir que un solo departamento del Gobierno proteja los intereses tanto de los consumidores de alimentos como de la industria de la cría de animales"

Las reflexiones para un observador externo era el que sin muchas evidencias científicas se llegaba a conclusiones apriorísticas a favor o en contra de dicha relación con la BSE, basándose sobre todo en que hasta dicho momento la barrera de especie había protegido bien al humano frente a priones animales (28). Pero la coincidencia de aparición de una nueva variante en un lugar donde había acontecido una epidemia de una nueva enfermedad priónica hacia temer que dicha relación fuera real, aunque no pudiera de momento ser demostrada científicamente (17). Podemos leer a continuación algunas opiniones de expertos sobre este punto: "La atracción de la PrP patológica por la PrP celular de la misma secuencia probablemente se explique porque el scrapie se propagó entre las vacas inglesas con el pienso de tejido ovino: la PrP bovina difiere de la ovina solo en 7 posiciones" "Por el contrario, las diferencias de secuencia entre la humana y la bovina son mucho mayores (mas de 30 posiciones). Ante tamaña disparidad, la posibilidad de transmisión de la vaca al humano parece remota" S Prusiner (1995) (29)

"No existe un modelo adecuado para analizar una situación con un bajo riesgo de transmisión, con múltiples exposiciones a una gran población de riesgo durante un largo periodo de tiempo. Es posible que la respuesta de la potencial transmisibilidad de la BSE al humano llegue únicamente con la vigilancia epidemiológica mantenida" Epstein 1997" (16)

Mas tarde, el inicio de las investigaciones de los distintos laboratorios implicados, liderados en general por los del Reino Unido, culminó con lo que hemos venido en denominar Fase de Evidencias o Neurobiológica. El primer acontecimiento en esta línea fue la publicación por Lasmezas y cols en Junio de 1996 de unos experimentos de transmisión de la BSE a primates (24).

Estos autores inocularon dos adultos y un neonato de "macacos cynomologus" por via intracerebral con cerebro de BSE. 150 semanas después de la inoculación desarrollaron una enfermedad consistente en comportamiento anómalo con depresión y apetito voraz, ataxia severa y mioclonías. El análisis histológico del cerebro de estos primates reveló un patrón neuropatológico semejante al descrito en los cerebros de pacientes afectados de la ECJnv (en la distribución de las lesiones y también en las placas amiloideas típicas). La clínica y la neuropatología de estos primates era diferente a la que aparecía en los mismos animales al ser inoculados con cerebro de otras variantes de ECJ. Los autores concluyen que estos animales presentaban por tanto uno de los elementos que condicionan la firma patológica del agente de la BSE, y al ser primates y por tanto más cerca evolutivamente del humano, reforzaban la sospecha de la posible relación BSE / ECJnv.

El 2º paso importante fue la publicación por Collinge y col de los análisis moleculares de la Proteina Priónica (PrP), en concreto de los patrones de glicosilación de la misma mediante Western blot, publicados en Nature en Octubre de 1996 (14). El Western blot de la PrP de extractos de cerebro infectado por priones revela 3 bandas mayores, que se corresponden a PrP que tienen una, dos o ninguna cadena de polisacaridos unidos a la parte amino-terminal. En los cerebros con priones, el tratamiento con esta proteasa, condiciona un incremento de la movilidad de estos 3 tipos de moléculas debido a un aumento en las roturas de las terminales amino. En la ECJ esporádica aparecen dos patrónes de movilidad, denominados 1 y 2, en la ECJ yatrógena por vía periférica presenta un patrón nuevo tipo 3 y en la ECJnv y la BSE presenta un patrón también diferente tipo 4 (diapositivas 4). En animales infectados con material de BSE se mantenía este patrón de glicosilación (tipo 4), que corresponde a una alta proporción de PrP diglicosilada. La conclusión llevaba de nuevo a pensar en que se trataba posiblemente de la misma cepa de prión.

Pero, en dicho momento parecía tranquilizador que los experimentos de transmisión llevados a cabo con ratones transgénicos que expresaban PrP humana inoculados con material de BSE no habían desarrollado la enfermedad después de casi 400 días de observación, creyendo que la barrera de especie entre la vaca y el hombre sería suficiente garantía de protección.

Existen muchas cepas de priones que causan las encefalopatías espongiformes o enfermedades priónicas en los animales y en el humano. Estas cepas se distinguen unas de otras por una serie de características específicas en los animales experimentales infectados: los "períodos de incubación" (PI) de la enfemedad y la "distribución de las lesiones en el cerebro" (NP) que producen en diversas líneas de ratones, que son semejantes para cada cepa de prión y que podríamos llamarlo de forma común la "firma del prión".

El tercer y último paso primordial, en esta fase de evidencias fue el estudio de la caracterización de la cepa o cepas de priónes causantes de la ECJnv, y su comparación con las responsables de otras EP humanas y animales, en concreto de la BSE. Esto apareció en Octubre de 1997, con dos artículos publicados en la revista Nature por Bruce y cols (11) y Hill y cols (19) que presentan los estudios de transmisión al raton transgénico y/o normal de la BSE y la ECJnv. Bruce analiza de forma predominante los periodos de incubación y la distribución anatomo-patológica de las lesiones y Hill se detiene más en los análisis de western-blot.

En estudios previos del grupo de Edinburgo (Bruce y cols) se habían analizado muestras de BSE de diversos animales afectados en varias épocas y varias zonas del Reino Unido, concluyendo que la cepa de prión causante de la BSE era única, y diferente a la de otras EP ocurridas con anterioridad en otros animales. El patrón de la BSE se mantiene a pesar de su paso a un número variable de animales intermedios. Esta firma del prión de la BSE también había sido identificada en animales exóticos y gatos domésticos infectados con la BSE. La firma de la BSE presentaba una gran homogeneidad en su comportamiento y una gran ubicuidad para infectar diversas especies de animales, este hecho no se había visto antes con otros agentes priónicos desde 1963.

Bruce y cols realizan los experimentos de transmisión al ratón no transgénico de material de ECJ clásica y de ECJ nv. En el caso de los ratones infectados con ECJnv, en una de las cepas (RIII) se desarrolló la enfermedad a los 360 dias; y la clínica, el PI y la NP fue similar a lo acontecido con ratones de la misma cepa inoculados con BSE. Por el contrario estas caraterísticas fueron diferentes a los ratones inoculados con ECJ esporádica.

Hill y cols estudian ratones transgénicos que expresan la PrP humana, homocigotos para valina, inoculados con muestras de ECJnv. El PI era más prolongado que el que aparecía con la inoculación con ECJ clásica; la clínica también era diferente a otras EP, semejante a la que acontecía al inocular los ratones con BSE. Por último la distribución de las lesiones NP entre la ECJnv y la BSE en el ratón eran semejantes y diferentes a la de otras ECJ. Los ratones trasngénicos que expresaban la PrP humana, desarrollaban la enfermedad a los 600 días de ser inoculados con BSE (19).

Al analizar los patrones de glicosilación mediante western-blot vieron que al inocular el ratón no transgénico con ECJnv aparecía un patrón tipo 4, semejante al de la BSE. Al hacer los mismo con el transgénico aparecía un patrón también tipo 4, aunque con un tamaño de fragmento ligeramente diferente, que denominaron tipo 5, y pensaban podía ser debido a que el ratón utilizado tenia genéticamente valina y no metionina en su gen de la PrP, como los pacientes afectos de ECJnv. De nuevo estos autores también concluyen que desde el punto de vista de sus caraterísticas de transmisibilidad, la ECJnv y la BSE eran muy semejantes y que ambas enfermedades se explicarían por una única cepa común de prión. Además, esta cepa era claramente distinta a la que generaba otras variedades de ECJ (clásica o esporádica o yatrógena).

Estos datos por tanto, presentan evidencias muy consistentes de que la BSE y la ECJnv están causadas por la misma cepa de prión. Si a esto le sumamos la estrecha asociación temporal y espacial entre ambas enfermedades, pero no con el scrapie o otras EP animales; y unimos también la transmisión demostrada de BSE al primate la conclusión final es que la ECJnv está muy probablemente causada por la exposición a la BSE. La posibilidad de que ambas, ECJnv y BSE sean debidas a la exposición conjunta a un origen indeterminado parece más remota, aunque es también posible (1,3).

Son interesantes analizar las palabras de un experto como el Dr Brown, que se había inclinado en pensar previamente que no existía relación entre ambas enfermedades: "El pasado mes de Noviembre Br Med J publicó un debate acerca de la posible relación entre la BSE y la ECJnv, al cual yo remití mi propio artículo titulado "el juicio está pendiente de sentencia". A pesar de este título, yo debo confesar que siento que las evidencias actuales van a favor de que la idea de que la BSE no constituye ningún riesgo para el humano es incorrecta, y parece que yo estaba equivocado" P Brown, National Institute of Neurological Disorders and Stroke, NIH. Mariland. USA. 1996 March 30.

A partir de este momento, en el que la relación entre ECJnv y BSE se hace más cercana que nunca, se inicia una nueva fase de incertidumbres para resolver numerosas incógnitas acerca de esta nueva enfermedad. Una de las necesidades es el disponer de una prueba diagnóstica pre-mortem de estas EP, que parece actualmente estar en vías de desarrollo por el grupo de Oesch y cols, mediante anticuerpos monoclonales (23).

Entre las incertidumbres actuales que podríamos citar, tenemos: ¿cual fue la vía de transmisión al humano de la BSE?, por vía oral al consumir productos de vacas enfermas, o por vía parenteral a través de derivados farmacológicos, (como se especula en el caso de ECJnv aparecido en Francia) (35). ¿Pueden aparecer otros fenotipos de la enfermedad en el humano?, en pacientes de mas edad, o con un genotipo de PrP diferente (homocigoto para valina o heterocigoto), que no conozcamos todavía y nos puedan pasar desapercibidos en la actualidad, confundidos con enfermedades degenerativas comunes como la enfermedad de Alzheimer, u otras. ¿Cuál es la infectividad real de los diversos productos derivados de la vaca o incluso de otros animales intermedios de la cadena alimenticia humana?. ¿Son completamente seguros los productos hemoderivados, plasma, sangre etc?.. o es preciso a pesar de no disponer de datos consistentes tomar medidas de precaución con esta posible vía de transmisión (22,36).

¿Cuáles son los métodos más adecuados de destrucción de los restos o derivados contaminados con EP?. ¿Porqué una cepa de prión se comporta de forma tan homogénea en su pase a diferentes especies de animales cuando esto no había ocurrido antes?. ¿Y porqué tiene una capacidad de infectividad aparentemente tan alta con un salto fácil de la barrera de especie?. ¿Puede esto volver a ocurrir en el futuro? (8).

En el momento actual, se han tomado diversas medidas por el Gobierno Británico acerca de la depleción de leucocitos de la sangre, así como de la fabricación de derivados plasmáticos con plasma de fuera del Reino Unido, ante la simple posibilidad hipotética de transmisión de ECJ por derivados hemáticos. Parece que con la experiencia previa de haber infravalorado el riesgo de transmisión de la BSE, no quieren dejar ningún cabo suelto. Recientemente, también se han publicado datos sobre la posible persistencia de los priones en animales aparentemente sanos, que podrían actuar como reservorios y perpetuar la cadena infectiva (30).

Además de las cuestiones meramente científicas, otra consecuencias de esta crisis ha sido la revisión de los patrones de conducta más adecuados en el uso y tratamiento de la información científica para su difusión pública a la población, tanto por los medios de comunicación como por los estamentos públicos responsables de la misma. La necesidad de objetividad y claridad absoluta en la información facilitada por los responsables oficiales, así como en la necesidad de disponer de cómites de evaluación integrados por personal experto externo y objetivo, que no pueda presentar conflictos de intereses, parece una necesidad cada vez más clara (36).

A buen seguro que un impulso en la profundización del conocimiento de las enfermedades priónicas (2) nos ayudará a aumentar también nuestros datos sobre otras enfermedades neurodegenerativas humanas (18,37). Es interesante recordar ahora las ideas de L Orgel presentadas (27) en el año 1963, que desarrolló desde una perspectiva puramente teórica: "Errores en el plegamiento de las proteínas (sobre todo aquellas implicadas en las vías de la síntesis proteica) podrían iniciar un mecanismo de auto-perpetuación (modelo error-catástrofe). La acumulación en la célula de estos errores (conformacional) podrían ayudar a explicar el fenómeno del envejecimiento" "Se podrían sintetizar proteínas especiales, las cuales podrían convertirse por una cierta clase de errores en POLIPETIDOS LETALES" . Estas se convierten en una clara profecía, si analizamos lo acontecido 35 años más tarde con la BSE y la ECJnv (37).

 

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